Imagen: escena de la película "Children of Men", tomada de salon.comDesde hace algún tiempo le hago saber a mis interlocutores con cualquier excusa que estoy a favor del
Movimiento de Extinción Humana voluntaria, que creo que se aproxima una especie de colapso del orden capitalista, y que tal colapso podría ser incluso benéfico, aunque probablemente suframos bastante cuando ocurra. Sin embargo, hace un par de semanas mis opiniones al respecto vacilaron un poco. La razón: una película. "Children of Men". Una película sumamente bien lograda con efectos impresionantes, una excelente historia, actuaciones muy buenas, y una música increíble.
La historia se desarrolla en la inglaterra del 2027, 18 años después de que por razones desconocidas, la humanidad entera se ha vuelto estéril, y aparentemente la pérdida de ese referente que es la continuidad de la especie ha sumido a la humanidad en una locura destructiva, que sólo en Inglaterra ha podido controlarse a medias a través de un estado de sitio donde el gobierno ejerce un autoritarismo sin límites sobre una población desquiciada, y una presión inmigratoria tremenda por parte de la población de todo el resto del mundo.
La película está basada en un libro llamado igual de la escritora inglesa de thrillers P. D. James, y como en el caso de todas las películas basadas en un libro, no falta el que ha proclamado: "es mejor el libro", como si eso tuviera algún sentido. Les hablaba de que esta película me produjo una vacilación en mis creencias sobre la reproducción de la ahora tan inconveniente especie humana; pues bien, aunque no he leído el libro, estoy seguro de que leerlo no me hubiera hecho vacilar en mis convicciones de la misma manera que ver la película.
El cine no es un lenguaje argumentativo; una buena película no le da tregua al espectador para que organice bien la información que recibe de acuerdo a sus cómodos esquemas mentales, ni para que pueda filtrar todas las implicaciones emotivas de lo que está percibiendo. Un buen libro puede afectarnos mucho, pero siempre podemos, y usualmente lo hacemos, detenernos para rumiar un párrafo particularmente sospechoso, intenso o difícil, sin perder del todo el ritmo del texto (bueno, hay también excepciones a esto, y siempre se trata de literatura no argumentativa).
De modo que voy a tratar de explicar porqué la película me ha provocado hondas reflexiones sobre la esterilidad, que apenas ahora mi mente racional comienza a recuperar.
La película muestra un mundo estéril en muchos sentidos: a pesar del tiempo que ha pasado, la tecnología no ha avanzado mucho; de hecho aunque se ven algunos avances electrónicos, se ven más retrocesos en lo que concierne al transporte, la organización social, y se observa la estupidez colectiva de una multitud llorona manipulada por los medios, que moquea ante la muerte por demás predecible del hombre más joven del mundo: un petardillo argentino que se encontraba bastante incómodo en el foco del amor cursi, morboso y universal de la humanidad estupidizada.
La historia pone de manifiesto que lo que mantiene a la humanidad funcionando no es precisamente lo humano, sino aquel mandato por perpetuarse que mantiene a todas las demás especies, de las que el hombre quiere creerse fundamentalmente diferente. Si los humanos concretos se dan cuenta de que no van a tener hijos, ni sobrinos, ni nadie que extienda directamente su existencia más allá de su muerte, se olvidan inmediatamente de sus altisonantes principios, de su Dios (al que los pocos creyentes que quedan no aciertan más que a adular para que les devuelva la capacidad de procrear, o para que les ayude a destruir a los enemigos junto consigo mismos) y de todo lo que consideran digno de preservarse: liberados de la única disculpa para respetar la cultura, que era la motivación mamífera (no humana) de legársela a las siguientes generaciones, vandalizan todo lo que ha sido construído, desde las esculturas griegas hasta los medios de producción.
Hasta ahora, sólo razones para desear la desaparición de la especie. ¿porqué, entonces, la película me hizo vacilar?
Porque la trama se centra en personajes muy creíbles, con los que aún el más cínico se sentirá identificado de alguna manera.
Theo, el protagonista, al igual que los que detentan el poder, está sumido en un marasmo cínico al que logran heroicamente sobreponerse para continuar su vida cotidiana. Las razones de su propio marasmo son globales pero también personales, claro, y tienen que ver con su hijo muerto, la imposibilidad de tener otro, y la situación general que le quitó todo sentido a su relación de pareja con una activista radical. Algo en este personaje nos hace pensar que su manera de sobreponerse al sinsentido es más honesta que la de Nigel, el ministro y protector de las artes, que simplemente "no piensa en eso". Esta especie de honestidad del personaje lo hace acreedor de la confianza y simpatía de perros, gatos, y de la protagonista, una inmigrante que es presumiblemente la única esperanza de la humanidad. También de la antipatía de Patric, personificación del terrorismo puro bajo una melena rastafari.
Uno de los grandes aciertos de la película es hacer creíble a Theo, esta especie de santo cínico.
Por otro lado, el grupo disidente de los "Fish", que luchan contra la xenofobia autoritaria y asesina del gobierno, es la representación de cualquier movimiento revolucionario, con un espectro de participantes que va desde personajes admirables e íntegros pero fanáticamente decididos, como Julianne, la pareja de Theo, hasta terroristas como Patric, que simplemente tienen un gusto fetichista por la violencia y el sufrimiento, y pueden adoptar creíblemente cualquier ideología que los valide como medios. La mayoría de los revolucionarios, sin embargo, son como Luke, la verdadera cabeza de la organización, que está muy convencido pero no tiene principios tan fuertes como Julianne, y son finalmente manipulados por los terroristas puros, siendo muy fácil que se vuelvan como ellos.
Kee, la protagonista, es tremendamente humana, y su confusión, temor y ánimo prosaicamente cotidiano permiten a cualquier persona identificarse fácilmente con ella. Excepto, claro, porque ella es mucho más inocente que la mayoría de nosotros.
Y, finalmente, el personaje más simpático de todos, que es Jasper, un hippie viejo que de caricaturista pasó a cultivador de marihuana, y toma la situación con todo el humor y ecuanimidad que es posible, a pesar de los estragos que ha dejado la represión del gobierno en su esposa catatónica. Toma incluso la posibilidad de salvación de la humanidad, encarnada en la protagonista, con la misma actitud, y lo vemos fuera de la casa haciendo algo que parecen ser los pases mágicos de Carlos Castaneda en beneficio de ella.
La manera cómo la película me afectó, tiene mucho que ver con la actitud como Jasper tomó la salvación de la humanidad, y con una impresión difícil de justificar (tal vez, imposible) de que todos los personajes retratados no tienen en realidad diferencias fundamentales, y que la tragicomedia llamada humanidad no requiere ser "buena" o virtuosa para justificarse, simplemente está ahí. Desde la señora alemana confinada con los demás inmigrantes (si mi precario alemán no me miente, se queja de que la encierren con los negros) hasta el guardia curiosamente amoral que gusta de ser llamado "cerdo facista". Y el que escribe esto y el que lo lee. Todos somos lo mismo.
¿porqué seguirnos reproduciendo? ¿porqué no seguirnos reproduciendo?
La respuesta, la tiene nuevamente
el señor plátano.