jueves, julio 26, 2007

ÁNGEL DE LA MUERTE, DULCE COMPAÑÍA

Imagen: Oscar, gato residente de la sección de Demencia Avanzada del hospital de Rhode Island. Tomada de Yahoo News, UK and Ireland.

El punto de vista humano de las cosas suele ser bastante monótono, limitante y engañoso. Y esa telaraña de relaciones humanas en la que cada vez nos enredamos más trata de imponérnoslo todo el tiempo. Menos mal, tenemos humanos excéntricos, y vertebrados no-humanos que con su ejemplo nos pueden dar un pequeño vistazo de cuán arbitraria es nuestra percepción de las cosas, y de que el hecho de que tengamos una mente sofisticadísima para acomodarnos y también para autoengañarnos no implica que nuestro punto de vista sea supremo.

Toda esta diatriba misantropical viene a una noticia que me encontré en uno de mis servidores de correo sobre el gato de planta del ala de demencia senil del hospital de Rhode Island, que de manera impecablemente desprendida proporciona un sofisticado servicio técnico y "humanitario" al hospital. El gato sabe cuál es el siguiente paciente en morir, y le hace una visita compasiva y alentadora, para que muera un poco más feliz.

Como son pacientes de demencia senil, su mente no está en condiciones de amargarles el trámite con pataletas de apego neurótico. No están en condiciones de darse cuenta de que el honor de recibir sus caricias es algo para lo que el gato otorga prioridad a los que "tienen un pie en el otro barrio".

Como pueden ver en la foto, el gato tiene el mismo desprecio de todos los gatos por los simios rosados, pero al mismo tiempo, algo parecido a la "impecabilidad del guerrero" de Castaneda lo mueve a retribuir al hospital la comida que le ahorra el trámite de salir a cazar.

Pueden hallar la noticia en español en el Nuevo Herald (la segunda foto la tomé de ahí)

domingo, julio 22, 2007

MÁS AVANCES TECNOLÓGICOS


Imagen: Aviso de prensa en periódico colombiano en el temprano siglo XX, cortesía de Shoegazer y de los precios cómodos para imprimir de microfilm en la Biblioteca Luis Angel Arango

Yo creo que el Theremin pegaría todavía duro en el Teatro Colón, aunque probablemente ya no lo traería la RCA Victor.

Adenda: Para el que no haya visto la excelente interpretación del Theremin que enlazó nuestro amigo Stavrogin, acá voy a colgar una interpretación bastante menos excelsa, pero aún así divertida, para ilustrar el uso del theremin con uno de esos ejemplos tipo "¡hey, yo no soy japonés, pero aún así podría tocarlo!"


LA MENTE DE LA MÁQUINA

Imagen: Marvin, el robot depresivo de "The Hitch Hiker's Guide to the Galaxy", en la versión cinematográfica.

Durante esta semana se llevó a cabo en la Universidad de Glasgow una Escuela de Verano en Semántica para Multimedia, y me pareció que ese cuento de la semántica computacional bien vale un par de palabras en el blog.

Semántica es, básicamente, el estudio de los significados. En su aspecto computacional, se trata de la representación formal del significado, una representación que las máquinas puedan utilizar. El desarrollo completo de una semántica computacional (como ciencia y como técnica) llevaría, en cierto modo, a que los computadores pudieran entender.

En ese sentido, esta disciplina parece ser la heredera de la Inteligencia Artificial, programa que conoció su apogeo de los 70s a los 80s y decayó en fama y prestigio ante el gran público durante los 90s.

Como heredera de la Inteligencia Artificial, comparte también un talón de aquiles: la escalabilidad. La mayoría de aplicaciones de Inteligiencia Artificial (tal vez los más famosos fueron los sistemas expertos) fueron construídas para resolver problemas muy concretos y delimitados, y presentan serios problemas para ponerse a funcionar a escalas mayores, y mucho más, para atacar problemas más generales. La Red Semántica todavía requiere mucho trabajo humano, y por lo tanto no es escalable. Hasta que todas las labores puedan ser automática y eficiente, habrá mucho excepticismo. De hecho, el excepticismo pareció ser muy frecuente entre los mismos conferencistas y organizadores de la Escuela. Con excepciones, claro, se puede decir que los principiantes creen en la Red Semántica, pero los expertos no.

La ahora famosa Red Semántica nace con pretenciones mucho más modestas que la Inteligencia Artificial. La idea, es que la información disponible en la red global esté estructurada de una manera que facilite representar conceptos y relaciones entre ellos. Inicialmente, los contenidos de la red, o de un repositorio cualquiera de información, tenían estructuras que facilitaban su manejo a un nivel completamente formal, sin apenas representar relaciones semánticas; era el usuario el que les daba finalmente un contenido semántico a los datos que obtenía. Pero en un momento dado, se comenzaron a etiquetar los paquetes de datos, e incluso se comenzó a darle una cierta estructura de relaciones a las etiquetas, con lo que comenzó el programa (hablo de programa de investigación, en el sentido de Lakatos) de la Red Semántica.

Los lectores con una cierta sensibilidad estética habrán notado que he utilizado adefesios de palabra como eso de "multimedia"... para ellos, malas noticias, porque viene algo peor: el hipertexto. Antes de la red semántica, cuando simplemente se trataba de la red a secas, (o, bueno, la red mundial "world wide web") hubo un trabajo más bien burocrático para unificar formatos en la red, y se llegó a uno suficientemente flexible, que permitía incluir texto y objetos que no fueran texto, y, más importante aún, enlazarse con otros documentos. Ese es el hipertexto. Y el formato se llama html (hypertext markup language, lenguaje marcas hipertextuales). He leído textos posmodernos donde le dan cualidades y poderes sobrenaturales. Incluso algunos geeks informáticos (supongo que con novia en Estudios Culturales) se han tragado este cuento animista; pero no nos engañemos, el hipertexto es sólo un formato para poner cosas distintas enlazadas.

Es feo pero podría ser peor: Vannevar Bush había propuesto llamar al hipertexto "memex". Me da la impresión de que por más inteligentes que sean, el buen gusto no es una virtud común entre los gringos.

Ahora bien, para añadirle a eso alguna forma primitiva de sentido, se ha desarrollado, en una manera también burocrática, pero más abierta, académica y con teoría más profunda, esquemas para incluír estructuras de origen semántico en los documentos. Ahí van algunos

XML: un esquema de sintaxis. La ortografía para poder escribir cosas.

RDF: (Resource Description Framework) Un lenguaje para definir objetos (que representarán a los conceptos) con ciertas propiedades, pero, más importante aún, con relaciones. Así se puede evitar la necesidad de usar definiciones prefabricadas de las cosas, y definirlas cuando sea necesario, en una forma estándar.

OWL: (Ontology Web Language) Lenguaje para describir conceptos, sus propiedades y sus clases, y las propiedades de las clases y sus relaciones.

¿Ontologías, entonces? Si, así les llaman. Es claro que no son las mismas ontologías que vienen con las teorías científicas (el conjunto de cosas que suponen que existen) y mucho menos las abstractísimas teorías filosóficas de lo que existe. Éstas son unas enumeraciones de objetos, clasificados y con algunas propiedades suyas y de la clasificación especificadas, y relacionados entre sí de maneras también especificadas. ¿será eso lo mismo que una ontología de verdad?

La ontología de una teoría científica se parece bastante a una ontología como las que se definen con este lenguaje, pero tiene una diferencia fundamental: su fundamento último está en una técnica experimental que permite el acuerdo intersubjetivo. Dice "existen los fotones" y eso está relacionado con cómo los podemos detectar, que viene a ser unas técnicas de laboratorio, e incluso unos laboratorios concretos, de metal, madera, cerámica, cemento y alguna otra cosa. Pero las ontologías de la red, parten de una comunidad de usuarios (porque hacer una ontología que sirva es una tarea titánica que sólo puede hacer un grupo) que aún da muchas cosas por supuestas: es decir, parte de una posición cultural particular y arbitraria.

La Universidad de Princeton desarrolló una ontología con información lingüística de las palabras del idioma inglés, que es como un hiperdiccionario que puede ser consultado por un computador para, por ejemplo, poner mejores rótulos a los documentos de una colección, o para tareas de ese estilo. Puede consultarse en este enlace. Hay una ontología médica muy famosa, que sirve para organizar el volumen absurdo de publicaciones científicas en el área de la salud.

Pero este texto se llama La Mente en la Máquina, y tiene la foto de Marvin, el simpático robot depresivo. "Aquí estoy, una mente del tamaño de un planeta, llevando a los huéspedes al puente. Digan ustedes que hay felicidad en el trabajo, porque yo no lo haré"

Dejaré entonces a un lado mi divagación sobre cómo este esquema puede ser una nueva de globalización que impone una manera de entender las cosas a todo el mundo civilizado, y pasaré a un ejemplo más interesante en el que pensé mientras asistía algunas de las charlas de la escuela. Todo lo que menciono ya se puede hacer, y es incluso escalable, aunque algunas cosas con algo más de trabajo, si uno tiene una máquina suficientemente potente.

El robot graba su entorno con una cámara. Un sistema de detección de objetos le permite aislarlos, rotularlos, y reconocerlos posteriormente. Todo esto, en tiempo real. Mediante procedimientos lógicos y estadísticos, puede integrar imagen, sonido, e información de otros sensores, a la descripción del objeto. Una observación sistemática del objeto, le permite establecer relaciones con otros objetos que tenga debidamente caracterizados. El robot puede establecer su propia ontología. Define objetos, relaciones y sucesos, y puede utilizar esa información para predecir eventos futuros (aunque, hasta ahora, en una forma no muy sofisticada)

En particular, puede describir la identidad y ciertas acciones de sujetos humanos de una manera bastante eficiente y rápida.

El robot no tiene que ser un robot, de hecho puede ser una cuadrilla de robots autónomos que compartan su información. Lo mismo que hacen con objetos observados en su exterior, puede utilizarlo con objetos en su memoria, incluyendo rutinas y programas; La mayor parte información sobre éstos no es necesariamente estadística, como la de los objetos externos, aunque puede serlo. Puede modificar los objetos de su entorno y los mismos objetos que usa para procesar información con un cierto criterio, para aprender y para otras tareas.

Mi escenario imaginado me deja, sin embargo, algunas dudas:

  1. Si se le permite al robot modificar sus objetos internos, podría tener problemas para compartir su información con otro robot que los haya modificado de otro modo. Hay que establecer un nivel mínimo que no pueda modificar, si se pretende que se comunique.
  2. El "criterio" con el que actúte el robot tiene que referirse a una ontología preexistente. Ahí pueden introducirse, por ejemplo, las leyes de Asimov. Pero me parece que ahí diverge la "inteligencia" de nuestro robot de la humana, porque la motivación humana es un proceso poco racional, que involucra hormonas y mucha bioquímica. Sospecho que el problema de formalizar la motivación es una cosa horrorosamente compleja.
En todo caso, es sugerente la cosa.

Una lectura recomendada, aunque en inglés.

COMPREN, COMPREN