martes, octubre 14, 2008

EL DÍA QUE CONOCÍ A LA CABRITA AVENTURERA

Imagen: Trexy, la cabrita que recorre la red.

Hace ya algún tiempo que no escribo sobre mi trabajo, ni sobre temas directamente relacionados, y es una lástima, porque necesito hablar de eso incluso para hacerme opiniones al respecto. Por eso, he decidido escribir un post sobre un proyecto del que me enteré en un evento en la Sociedad Británica de Computación en Londres en septiembre. Del evento ya escribí en otro lado; de pronto cuando la reseña que hice junto con un amigo se publique, le dedique algún comentario por acá o en mi blog en inglés, o en ambos. El caso, es que una de las charlas más interesantes tocó el tema de los 7 pecados mortales del usuario de motores de búsqueda, entendidos como problemas del proveedor de servicios de información. La daba Nigel Hamilton, que hace unos años montó con su hermana una pequeña empresa de servicios informáticos bastante original, y ha podido mantenerse con éxito. Aunque la charla era una actualización para personas que conocían ya el proyecto, estuvo interesante para los neófitos, y eso, junto con la cena que pagó Nigel el último día de mi estadía en Londres, me decidió a dedicarle un post.


Como mencionaba el mismo Nigel en un artículo por ahí, los humanos somos bastante buenos para encontrar cosas nuevas, pero no tan buenos para acordarnos cómo fue que las hallamos.    Mil veces he oído, cuando hablo de mi trabajo, la objeción más frecuente de parte de los legos: "¿para qué, si con Google ya nos bastamos?"    Esa pregunta tiene centenares de respuestas posibles, y en cada conferencia de IR a la que asisto todavía encuentro media docena más que no había pensado.     La que da Nigel, es que Google no es particularmente bueno en recordarnos cómo llegamos a algún dato en particular, y que, precisamente por tener una mente creativa pero desordenada (en diversos grados) nos vendría bastante bien que una máquina con un cierto carácter compulsivo nos echara una mano organizando los caminos que hacemos al andar.      Es por eso que él y su hermana Megan idearon el proyecto Trexy.   Bueno, en realidad lo que he mencionado esconde problemas científicos y filosóficos más profundos, y el que esté interesado puede asomarse a esas profundidades por el artículo fundacional de Vannevar Bush.

Una cabra no es la imagen que más evoque una idea de orden y método, pero cualquiera que las haya visto desplazarse entre abismos rocosos sabe que ellas son muy buenas para administrar la información sobre cómo llegaron a una peña cualquiera.      Por eso, y otras razones,  Nigel y Megan decidieron adoptar una cabra como la imagen de su proyecto de administración de caminos de búsqueda.   Ya me dirán si no es una mascota muy bonita.

Sobre su idea del "trail blazing", no se si ellos lo habían previsto, pero su enfoque resultó, si no inmune, sí más robusto frente a los males que aquejan al mecanismo de Google: la proliferación de información, que se sale del alcance de cualquier esquema centralizado, y las estrategias que obstinadamente utilizan los usuarios para engañar al sistema y obtener mayor visibilidad, a expensas del despempeño general.


El esquema del seguimiento de caminos de búsqueda (trails) y sobre todo del desempeño de los pioneros, los que utilizan por primera vez cada camino (trailblazers) es una de las mil caras de una nueva tendencia en la informática: la utilización de las masas de usuarios como agentes colectivos que organicen la información.    Si se puede evitar la locura de las turbamultas y quedarse con la sabiduría de las multitudes, se puede lograr ponerle la cara a una información que crece exponencialmente, porque las multitudes también lo hacen.     Ya hemos visto el fenómeno impresionante de last.fm y de las redes sociales como Facebook, de modo que no creo que tenga que abogar mucho por este tipo de aproximaciones al problema de la búsqueda de información.       La dichosa web 2.0 ha introducido una forma inédita de pluralidad, que aún cabe la esperanza de que no sea una burbuja temporal que revienta dando paso a un estado monótono y pobre, como ciertos aspectos de la globalización.

Vale la pena, estimados lectores, jugar un poco con la cabrita Trexy, y dejar que ella organice nuestros caminos por la web para poder vagar a nuestras anchas sin perder las cosas interesantes que hallamos por ahí.

Tal vez todos los que contribuímos a la alimentación de las cabras residentes de la Universidad Nacional con documentos, informes o trabajos de todo tipo (esos bichos tenían un paladar exquisito para la producción académica) podamos recibir de Trexy, la cabrita aventurera y mochilera, una retribución por la información que hayamos perdido.

COMPREN, COMPREN