sábado, enero 15, 2011

DON JOACO

Una historia que probablemente le ha pasado un par de veces a las personas que viajan, es que están hablando con algún colombiano y se les acerca alguien a preguntarles si son colombianos. A eso a veces le sigue una historia muy curiosa e interesante sobre las peripecias de un extranjero en Colombia. Me pasó hace un par de años en Glasgow, con un escocés que se cuenta ahora en el círculo de mis amigos, y me volvió a pasar a comienzos de este año en Düsseldorf.

El extranjero en cuestión era esta vez un Alemán, de quien no diré el nombre para que no se encuentre aquí con Google, pero al que llamaré don Joaco, porque así le decían en Colombia. El de la foto es él, pero, la verdad sea dicha, no sé más de la foto que el hecho de que sale haciendo una búsqueda con su nombre.

Los alemanes son gente muy dada a viajar por el mundo, aparentemente. Yo recuerdo haber encontrado más alemanes paseando por sitios poco comunes en Colombia que gente de otras nacionalidades. También sugieren libros como One River, de Wade Davis, que si uno se topa con un blanco viviendo en las profundidades de la selva amazónica, hay un buen chance de que sea alemán.

Don Joaco habla buen español, aunque un poco aespañolado, porque vive en Ibiza. Después de haberse anotado hazañas como viajar de Alemania a la India por tierra, se paseó por pueblos de Colombia como Florencia (Caquetá), Riohacha (Guajira) y otros periféricos, igual que las ciudades intermedias y, claro, la capital. Y, en algún punto, terminó con sus huesos en una cárcel de Venezuela, donde decidió escribir su autobiografía. Biografía que quedó consignada como 6 tomos en alemán que hasta el momento, qué cosas, no ha podido publicar. Después, se dedicó a seguir viajando, y a escribir novelas de ciencia ficción e intriga política. Durante algún tiempo creó y mantuvo, con otros socios, una editorial, presumiblemente con la motivación de publicar sus propios libros.

Don Joaco sabe bastante de historia y literatura, en conocimientos que parecen estar organizados en su cabeza esa manera caótica y algo conspiranoica característica de algunos autodidactas. Nos hizo, a mi y a mi acompañante, una enumeración del origen de los mitos cristianos en los de culturas precristianas.

Sus historias en latinoamérica hacen pensar que se ocupó en emprendimientos más acordes con la novela negra que con algún otro género, y no nos sorprendió que no quisiera describirlos ni siquiera de manera general (alguien me decía alguna vez que nadie jamás había ido a Florencia con intenciones honorables). Sus peripecias tratando de hacer funcionar una editorial también pueden tener un tono novelesco, así sea porque ese tipo de negocios está sobrerrepresentado en la literatura, por estar precisamente relacionados con ella. Sin embargo, sus preocupaciones actuales son bastante más prosaicas. Quiere una esposa. Preferiblemente latinoamericana. Su anterior esposa, colombiana, con la que tuvo dos hijos, lo dejó por su vecino ibicenco, aunque ahora son buenos amigos (y vecinos) los tres.

Curiosa esta vida de los hombres de acción. Y solitaria.

COMPREN, COMPREN