sábado, diciembre 02, 2006

UN TEXTO SOBRE NADA

Si estaban muy contentos pensando que en este blog sólo habían textos encabezados por una imagen bonita o al menos una imagen de un tipo feo pero con un fondo bonito, y bien escritos, y muy informativos: les tengo noticias: aquí va uno que no es así. Este es sólo carreta sobre nada. Pero no es divertido, como la serie Seinfeld, que era sobre nada.
No voy a extenderme sobre el hecho de que esta mañana le eché jugo de arándanos al cereal de hojuelas de maiz con saborizante a nueces, o que antenoche le eché aceite de ajonjolí. Sólo diré que sorprendentemente, no me purgué.
No voy a tomar la fórmula de los cuenteros vueltos chic (no voy a decir ese anglicismo que designa el género como comedia de levantados) y a decir ¿ustedes se han fijado que...? o la fórmula calcada con descaro de los gringos de ¿qué pasa con...? Pero voy a usar una fórmula igualmente carente de chispa:
Cuando el bus de Pasto a Bogotá paraba en medio del trayecto, usualmente en un restaurante improvisado sólo para buses, yo me bajaba, y veía alguna piedra salida del resto del asfalto, algo del tamaño de una falange, pensaba en que nadie mira otros millones de piedras como esas, y no hace ninguna diferencia que las miren. Si me encontrara la piedra que había mirado 15 años antes aquí en Glasgow, digamos que se hubiera venido en el zapato de un turista, en una maleta, yo no la reconocería, y daría lo mismo.
A eso, llamémosle vacuidad. Si la piedra es la misma o no, si sus electrones se han intercambiado con los de un asteroide o los de la silicona de un implante, o si se puede rigurosamente trazar la trayectoria de la piedra desde hace 15 años hasta hoy, para el caso de la piedra no importa, porque da lo mismo.

Y me parece que no sólo es la piedra, quién sabe cuánto de lo que recuerdo hace 15 años se puede identificar con algo actual, así uno tenga moldes en la cabeza que hacen encajar las cosas. No tenemos suficientes moldes para piedras del tamaño de una falange, pero creemos, contra toda evidencia, que nuestro cuerpo es el mismo, y lo asumimos también de nuestro cerebro.

Pero no importa. Esas preguntas son lo que los positivistas llamaban, con cierto tono despectivo, metafísica.

Al hecho de que no importa, yo lo llamo vacuedad. Algunos han creído que la vacuedad es la misma nada que les halaba las patas a los existencialistas y hacía orinar del miedo a los escolásticos, pero no. Como de todos modos está medio cerca, digamos que este es un texto sobre nada.

10 comentarios:

STiRER dijo...

Este post me recuerda una sensacion muy extrana, bueno la llamaba extrana hasta ahora; que siento cuando leor en textos escritos en ingles. Puedo sentir la nada, y algunas veces hasta la veo. Algunas veces es como la piedra que ud recogio en el camino Pasto-Cali. Pero mi "piedra" no esta vacia y menos de sentido, aunque cuando la miro mucho veo como se empieza a vaciar de sentido.

Lanark dijo...

Stirer Me alegra que este texto no haya espantado a mis contados lectores. Realmente, yo mismo no lo entiendo muy bien, y debo reconocer que eso se aplica a una buena cantidad de cosas que pienso y escribo. Creo, sin embargo, que tu comentario es acertado, porque realmente la nada de la que hablo tiene muchísimo que ver con la ausencia de sentido.

Las primeras ojeadas que le di a mi texto sobre nada me hicieron pensar que no valía la pena dejarlo ahí, pero después me ha gustado un poco más, y tú confirmas mi sospecha de que los lectores le pueden dar un valor agregado con su interpretación.

Anónimo dijo...

Lanark, si no te he escrito hasta ahora es por falta de tiempo, no porque no me haya gustado tu texto.

Por cierto, antes de abrir la página de comentarios había pensado escribirte algo muy similar a la última frase de Stirer. Me alegro de que haya sido ella quien me haya robado el pensamiento; quizás sea una prueba de que no estamos tan enfrentados como creía.

Tu texto me gustó mucho por varios motivos. Primero, porque fuiste valiente al colgarlo. Creo que es una muestra de confianza en la gente que te lee, y sobre todo un deseo sincero de mostrarte a otros. Y ese es un gesto que, al menos en las proximidades del mediterráneo, suele valorarse muy positivamente.

Segundo, me gustó porque esas sensaciones entre místicas y existenciales me resultan muy familiares. Sin duda carezco de esos conocimientos sobre la materia que tan bien has descrito, pero la sensación de levedad me persigue desde siempre. Es algo tan humano que a muchos nos cuesta mostrarlo, pero existe. Ya lo creo que existe.

Y tercero, porque un servidor está tan contaminado de racionalismo y formalismos (trabajo en el ministerio de asuntos exteriores, rodeado de diplomáticos) que un texto tan fresco, "improvisado" y metafísico deja un sabor especialmente agradable. Tanto, que voy a releerlo de inmediato.

Lanark dijo...

Stavrogin: En parte, escribí el texto por un impulso que no entidndo bien, y en parte, para evitar que mi blog me mantenga encerrado en una definición estrecha de cómo me expreso, o como soy, o cómo me percibo. Hay que evitar encasillarse uno mimso.

Por otro lado, ha sido, como ya le dije a Stirer, una sorpresa que algunos lectores vean reflejadas sus propias reflexiones existenciales en el texto, de alguna manera. Una sorpresa, además, agradable.

Anónimo dijo...

Y ahí vuelvo yo con mi mentalidad de ingeniero a tratar de encontrar sentido en cosas como este texto sobre nada, tal vez privándome del seguramente placentero ejercicio mental de imbuirse en abstracciones que no lleven a ninguna parte. Y entonces mi acartonado sentido de los datos y de la información me condujo a leer un poco sobre los positivistas, los escolásticos, la metafísica y demás. Nada que exceda un vistazo a Larousse, debo decir. Lo cierto es que creo haber experimentado la sensación de que no llegué a ninguna parte, y que igual eso está bien, pues no importa.
Comparto por tanto la opinión de Stirer y de Stavrogin en cuanto a que la carencia de sentido, o la levedad, o como quiera describirse la nada, cuando está tan bien escrita, reconforta un poco.
(Mil gracias, señor Lanark. Visito con frecuencia su blog y, la verdad, lo disfruto montones).

Lanark dijo...

Muchas gracias también al anónimo. Le recomiendo tal vez leer los Diálogos del señor Plátano, que le confirmarán que no importa, y si importa, tampoco importa.

Anónimo dijo...

Me recordo un capitulito en un libro de Martin Gardner que lei hace un tiempo. Hace unos dias, de hecho, en una libreria de viejo encontre un ejemplar del volumen What men know about women: 200 paginas en blanco.

Lanark dijo...

Anónimo: Ni idea cuál libro de Gardner. Pero me reconforta que él también haya tenido tan poca vergüenza para escribir sobre nada. El libro sobre las mujeres, sí lo habia visto, y me había reído, no tanto por el chiste en sí como por la sorpresa de que un libro con título, y empastado con todas las de la ley, estuviera en blanco. Están, claro, los cuadernos elegantes que parecen libros, pero éste tenía un título que disuade de escribir algo en él, porque hacerlo sería o muy incoherente o muy pretencioso.

Anónimo dijo...

Antes de alabarte el ego con tanto descaro, trata de peinar tu ortografía. Quien no sabe comunicar correctamente lo que piensa,es posible que a su pensamiento le falten signos de interrogación.

Lanark dijo...

Anónimo con tilde: Qué vergüenza con usted, señor(a) anónimo(a) que haya caído justamente en este texto tan insustancial. Yo, así de primerazo, le confieso que no encontré el error, o los errores, de ortografía que menciona, aunque, como de costumbre, mis textos están llenos de errores de estilo y de vez en cuando también de gramática.

De modo que mil perdones.

Vuelva prontos.

COMPREN, COMPREN