viernes, mayo 25, 2007

SOBRE EL PODER

Imagen: Zaphod Beeblebrucks, presidente de la galaxia (versión de una serie vieja de la BBC) Tomado de la página de la BBC. (si, tiene 2 cabezas)

Leyendo la "Guía de la Galaxia Echando Dedo" (forma coloquial de decir Hitch-Hiker's Guide to the Galaxy) me encontré una cita que tiene un profundo significado ontológico (no político, aunque también podría ser) para mí sobre el poder, es decir sobre ese patrón neurótico de ilusión de control, que uno siente sobre su vida. Y ahí va:

Presidente: título completo: Presidente del Gobierno Galáctico Imperial

El término Imperial es ahora un anacronismo. El emperador hereditario está casi muerto, y ha estado así por siglos. En el último momento de su coma agónico se fijó en un campo estático que lo mantiene en un estado de perpetua inercia. Todos sus herederos murieron hace mucho, y esto significa que, sin ningún sobresalto drástico, el poder se ha movido simple y efectivamente uno o dos peldaños abajo en la escalera, y ahora parece detentarlo un grupo de consejeros que solían asesorar al emperador - un equipo elegido encabezado por un presidente elegido por este mismo grupo. En realidad, no lo detentan ellos.

En particular, el presidente es sólo una fachada. No ejerce ningún poder en absoluto. Él aparentemente es escogido por el gobierno, pero las cualidades que se requieren de él no son las del liderazgo, sino las de una cierta chocolocura juzgada cuidadosamente. Por eso siempre el presidente es una escogencia polémica, y siempre un personaje irritante pero fascinante. Su trabajo no es detentar el poder, sino desviar la atención de él. En este sentido, Zaphod Beeblebrucks ha sido el presidente más exitoso de la historia -ha permanecido dos de los 10 años de su periodo preso por fraude. Muy, muy poca gente se da cuenta de que el presidente y el gobierno no tienen ningún poder, y de esos pocos sólo 6 personas saben quíen lo tiene. La mayoría de los otros creen que las decisiones las toma finalmente un computador. Qué equivocados están.

President: full title President of the Imperial Galactic Government.

The term Imperial is kept though it is now an anachronism. The hereditary Emperor is nearly dead and has been so for many centuries. In the last moments of his dying coma he was locked in a statis field which keeps him in a state of perpetual unchangingness. All his heirs are now long dead, and this means that without any drastic political upheaval, power has simply and effectively moved a rung or two down the ladder, and is now seen to be vested in a body which used to act simply as advisers to the Emperor - an elected Governmental assembly headed by a President elected by that assembly. In fact it vests in no such place.

The President in particular is very much a figurehead - he wields no real power whatsoever. He is apparently chosen by the government, but the qualities he is required to display are not those of leadership but those of finely judged outrage. For this reason the President is always a controversial choice, always an infuriating but fascinating character. His job is not to wield power but to draw attention away from it. On those criteria Zaphod Beeblebrox is one of the most successful Presidents the Galaxy has ever had - he has already spent two of his ten Presidential years in prison for fraud. Very very few people realize that the President and the Government have virtually no power at all, and of these very few people only six know whence ultimate political power is wielded. Most of the others secretly believe that the ultimate decision-making process is handled by a computer. They couldn't be more wrong.

Mi punto, es que todos tenemos un presidente de fachada. Alguien que queremos creer a cargo de todo: el moralista colérico, el agente racional, el trabajador esforzado, el que está en la jugada, o el profesional brillante que hace cosas que valen.

Pero saber quién está en el poder, es una pregunta que nos puede tomar toda la vida, o tal vez hasta más.

Mi motivación para el post no era en absoluto política, aunque desde luego pueden sentirse libres de darle esa connotación en sus comentarios si quieren

10 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces pienso que el poder es solo una fijacion mental colectiva.

Un saludo

Carlos Méndez dijo...

Los presidentes son representantes de coaliciones de grupos de intereses que quieren usar la fuerza del estado para obtener privilegios y/o imponer su visión sobre como debe ser la sociedad.

Mi posición es que se debe limitar el poder estatal lo máximo posible.

Saludos,
Carlos

Chibchacum dijo...

Estoy completamente de acuerdo con que la figura de presidente sirve solamente para llamar la atencion o para echarle toda el agua sucia mientras que los que están detras de las cortinas y los despachos hacen sus desfalcos y bacanales.

Uribe es un claro ejemplo y chavez esta que se las pela hacia lo mismo.

fijense como la democracia se ha buricratizado al punto que lo que se supone que es participacion ciudadana se ha vuelto una madeja de corbatas y papeles. Corte suprema, senado, camara, concejo, juntas de accion comunal, plenarias, consejos superiores, comisiones... Y todavia creen que el presidente (con todo y lo pantallero y poco representante del yoga)es el que manda.

En ese sentido Uribe es un gran representante de lo que se ha convertido un presidente y compite ya con el fútbol mediocre, los realities, las telenovelas y las religiones.

Anónimo dijo...

Mi primera lectura de este texto ha sido política, aunque intentaré enfocarlo desde el punto de vista de la individualidad para aproximarme a los deseos de Lanark.

Mi opinión (qué fácil es opinar sobre cualquier cosa!!) es que el hombre moderno, burgués e ilustrado se caracteriza fundamentalmente por la persecución de un proyecto de vida sólido, seguro, lineal, firme, predecible. Esto puede ser magnífico en algunos aspectos, pero esa ilusión de autocontrol al mismo tiempo puede dar lugar a una obsesión por la identidad personal y a un temperamento bastante dominante.

A ese individuo le gusta mostrar seguridad en sí mismo, presume de sus valores firmes e intenta mostrar una imagen formal, seria, "civilizada". Pero todo eso no es más que una coraza, un arma defensiva, una armadura, y sobre todo una mentira.

La función de esa coraza no es detentar el poder sobre la persona, sino desviar la atención (consciente o inconscientemente). Las decisiones no las toma esa armadura, sino una multiplicidad de deseos, pasiones, pensamientos y altibajos que se suceden en su interior y que finalmente acaban dando lugar a las decisiones (o a las indecisiones).

La vida no es tan planificable, controlable o predecible como nos sugieren los decálogos del "buen hombre moderno", y desde luego no circula sobre los firmes raíles del proyecto personal ideal...

La vida es puro azar, aunque el azar también tiene sus "leyes"...

Chibchacum dijo...

Como dijo Dario Echandía...

"Y el poder, para que?"

Me encanta esa frase..

Kyboy dijo...

Algunos comentarios de Nicolás Gómez Dávila sobre el poder.
“Donde todos se creen con derecho a mandar, todos acaban prefiriendo que uno solo mande.
El tirano libera a cada individuo de la tiranía del vecino”.
“Los gobernantes que representan sólo a una minoría tienen que inventar la civilización para no perecer.
Los delegados de una mayoría, en cambio, pueden ser soeces, chabacanos, crueles, impunemente.
Mientras mayor sea la mayoría que los apoya, el gobernante es menos precavido, menos tolerante, menos respetuoso de la diversidad humana.
Cuando los gobernantes se juzgan mandatarios de la humanidad entera el terror se aproxima”.
“El consentimiento popular es indicio de legitimidad, pero no causa.
El debate sobre la legitimidad del poder no cuentan ni su origen en el voto, ni su origen en la fuerza.
Legítimo es el poder que cumple el mandato que las necesidades vitales y éticas de una sociedad le confieren ”.
“La autoridad no es delegación de los hombres, sino procuración de los valores”.
“Ley no es lo que un acto de la voluntad decreta, sino lo que la inteligencia descubre”.
“La democracia no confía el poder a quien no le hace el homenaje de sacrificarle la conciencia y el gusto”.
“El hombre, para gobernar, se venda los ojos con ideologías”.
“El poder no corrompe indefectiblemente sino al revolucionario que lo asume”.

Kyboy dijo...

A otro nivel, el poder consiste para mí en la capacidad para renunciar a lo propio. En algunos casos y momentos se actúa y en otros no. "Y el poder, para que?" Preguntémosle a Dios.Como dice Eckhart “Allí donde el hombre, en obediencia, sale de su yo y se deshace de lo suyo, justamente allí Dios, a su vez, debe entrar por fuerza; pues cuando alguien no quiere nada para sí, Dios tiene que querer en su lugar, de la misma manera que para Él mismo”.

Anónimo dijo...

"Prefiero ser primero en mi pueblo que segundo en Roma"

no recuerdo que cesar dijo eso...

Lanark dijo...

Stavrogin: Por ahí precisamente va la idea. Idea, claro, muy relacionada, como notaste inmediatamente, con nuestra obsesión común por la modernidad.

No es una sorpresa que el hombre moderno esté tan adaptado al mundo moderno; el problema es que el hombre moderno es una condición muy restringida del hombre, y el mundo moderno es una condición muy restringida del mundo.

Tu descripción de la coraza va un poco más allá de lo que me había imaginado, y aún así no encuentro ninguna objeción. No es tampoco una sorpresa que no nos agrade la idea de quitárnosla, o incluso de que sea difícil hacerlo, pero un buen propósito utópico sería que esa coraza llegara a tener el mismo estatus de las armaduras medievales que la gente usa en ciertos festivales europeos: son tan innecesarias que es divertido usarlas.

No he leído muchos decálogos de el buen hombre moderno, pero alguna vez sí cayó en mis manos "los 7 hábitos de la gente altamente efectiva" que resultó ser resultado de la descepción colectiva que siguió a la fiesta cocainera de los 80s de los yuppies. Un libro poco radical, al decir verdad, pero totalmente moderno. Los libros escritos en los 80s si deben ser la locura... me están entrando ganas de leer alguno...

Kyboy: Este Gómez Dávila está poderoso. Resume bastante bien esa especie de "espíritu de los tiempos" esa especie de consenso de fondo en que son más importantes para nosotros las cosas de nuestro entorno inmediato que los procesos globales, o incluso que de alguna manera extraña son lo mismo. Todo eso de que si queremos cambiar el mundo sólo lo vamos a lograr si nos cambiamos nosotros. Bueno, Michael Jackson lo hace sonar trivial, pero Gómez Dávila es bastante más convincente. Y de todos modos, es algo que en el fondo todos sabemos.

Bochica: Se le iluminó la sesera al dotor Echandía. Y yo tampoco me acuerdo cuál césar. Tal vez haya sido César Fetishit de QuePaila.com.

Anónimo dijo...

Cierto, Lanark. Esa relación entre individuo y modernidad nos obsesiona. Y esperemos que siga siendo así por mucho tiempo, ya que es un campo de análisis individual, filosófico y social muy rico.

Respondiendo a tu pregunta, creo que el "decálogo del buen hombre moderno" podría ser algo así:

Criterios individualistas (entiéndase egoístas), sentido de la responsabilidad, actuación racional y calculadora, aspiraciones de éxito, especial valoración del esfuerzo competitivo, eficacia, disciplina, puntualidad, capacidad de ascetismo y plena dedicación al trabajo.

El manual de adoctrinamiento de un colegio British, vamos.

Obviamente no todos esos puntos son negativos. El problema es que cualquier persona formada EXCLUSIVAMENTE bajo esos ideales podrá "triunfar" en este mundo competitivo y mercantilizado, pero su vida espiritual será poco menos que paupérrima. Este proyecto se limita a una simple "racionalidad destinada a fines" (Weber), restringiendo excesivamente el espacio para virtudes tan necesarias como la espontaneidad, la imprevisibilidad, la creatividad, la afectividad, la meditación, etc.

Los que os movéis en terrenos intelectuales y filosóficos tal vez podáis pensar que ese decálogo es algo marginal. Pero yo, que llevo más de diez años en el mundo jurídico, empresarial y de la administración pública, puedo dar fe de que ese decálogo moderno está hasta en la almohada de la gente que detenta el poder y de la mayoría de la gente que vota en las elecciones. Así nos luce el pelo, claro.

En otras palabras, pienso que nuestras sociedades siguen siendo rabiosamente modernas. Post-industriales, pero modernas. Es más, me atrevería a decir que estamos en una época de ultramodernidad, o, dicho de otro modo, en la modernidad llevada a sus límites.

Lo que me pregunto es adónde nos llevará este delirio...

COMPREN, COMPREN