domingo, mayo 20, 2007

El que no salte, no quiere a la U


Imagen: Campus en Bogotá, en forma de buho, de la Universidad Nacional de Colombia

Uno de los frecuentísimos pasos en falso del gobierno de Alvaro Uribe Vélez en Colombia tiene a la Universidad Nacional de Colombia en estado de alerta, y a los estudiantes manifestándose, marchando, y tratando de evitar que los "capuchos" degraden la protesta.

El paso en falso consistió en un cierto párrafo del "Plan Nacional de Desarrollo", criticado por los expertos como un plan cojo y clientelista. El párrafo dice:

La Nación y las universidades estatales del orden nacional concurrirán al saneamiento del pasivo pensional de dichas entidades en los términos establecidos en el artículo 131 de la ley 100 de 1993. Las sumas que se hayan transferido por parte de la Nación con las cuales haya sido atendido pasivo pensional de dichas universidades a partir de la fecha de corte prevista en el artículo 131 de la ley 100 de 1993, se tendrán en cuenta como pago parcial de la concurrencia a cargo de la Nación de acuerdo a la reglamentación que para el efecto se establezca.

Cuando una administración quiere deshacerse de una empresa pública, se suele seguir un procedimiento bastante estándar, en el cual los sindicatos y la izquierda suelen actuar como cómplices. Es necesario que la empresa se vuelva insostenible, y eso se logra recortándole la inversión, sacándole las utilidades cuando las hay (como hacen con el Instituto del Seguro Social) y dándoles gusto a los sindicalistas más ávidos, e incluso permitiendo hasta cierto punto la corrupción, justo lo suficiente para poder organizar una campaña mediática donde se muestra cómo son los trabajadores los culpables. Y lo son en parte, porque su ambición, corrupción o simple incompetencia los hace seguirle el juego al gobierno.

La Universidad Nacional de Colombia, institución reconocida por el nivel académico de los egresados, por la cantidad y calidad de la investigación que realiza en áreas poco rentables a corto plazo que ningún ente privado realizaría, y por una influencia cultural que ha marcado la identidad y funcionamiento del país, mucho más para bien que para mal. Esta universidad lleva ya un tiempo bailando al son de las ideas miopes de un concepto trivial de eficiencia, y recibe cada vez más estudiantes invirtiendo cada vez menos en aulas, laboratorios y docentes.

Pero eso, claro, no es suficiente. El discurso de que es un centro de adoctrinamiento guerrillero, que los profesores ganan nosecuánta plata, que es una formación que no sirve para el "mundo real", etcétera, se ha venido recrudeciendo como parte de la polarización que siempre provoca un gobierno populista. Se entiende que un presidente que en sus propias palabras, "si hubiera sido paramilitar o guerrillero, hubiera sido de los de fusil, no de los de escritorio" no vea con buenos ojos a la Academia, un medio que no entiende, donde sus argumentos no calan.

De modo que muchos ven este aspecto del Plan de Desarrollo como un paso crítico en la campaña de la derecha contra la universidad pública.

Yo entiendo que haya personas que tengan una fe enorme en el libre mercado y en una cierta definición simplona de eficiencia y productividad, y que no vean con buenos ojos a la Universidad Pública. Ésta ciertamente adolesce de todos los males de las empresas públicas, y es hábitat razonablemente bueno para ese tipo de funcionario público que resulta una carga para la sociedad. Pero hay dos cosas que me molestan mucho de esta campaña contra la academia:

1) La negativa a invertir en conocimiento básico (que es muy fácil para el ignorante de confundir con "inútil") con seguridad condenará al pais al atraso a mediano plazo. Todo ese "conocimiento inútil" es necesario para la industria del futuro. Y confiar en que tengamos a nuestra disposición el conocimiento generado en el primer mundo, pasa de ser iluso a ser estúpido.

2) Aunque el ambiente académico pueda ser a veces desagradable, con tantos horribles Ché Guevaras pintados por ahí, y con alguno que otro especimen insoportable, pienso que directa o indirectamente le da al pais gran parte de su dignidad, y hace que sea un sitio habitable, y no un desierto cultural insufrible.

Es cuestión de derechos y de nivel de vida. Necesitamos el conocimiento "inútil", la riqueza cultural, para que la vida sea digna de vivirla.

Algunas personas creen que el único derecho humano inalienable es el derecho a la propiedad, entendido de la manera mercantilista más ingenua, y hasta es bueno que los haya, todo sea por la diversidad. Pero es un muy peligroso que esta ideología intente aplastar a todas las demás.

Algunos links de sitios que informan sobre la protesta por la Universidad Nacional:

EL PASQUÍN - advierto que le pusieron un ché Guevara como fondo.
FILIBUSTEROS - recomendadísima. Revista de la maestría en escritura creativa.
BLOG DE LA ASAMBLEA PERMANENTE
OTRO BLOG DE ESTUDIANTES EN ASAMBLEA

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Me entristece mucho comprobar que no hace falta ser colombiano para comprender los problemas de la universidad pública colombiana.

Estamos todos metidos en el mismo agujero: cuando todo se observa desde el prisma de la eficiencia, la competitivad, el corto plazo, el "preferidor racional" y el resultado, no hay lugar para "ideales" tan difusos como el "bien común", la "universalidad" de los servicios, el "interés social" o la "utilidad pública".

El análisis de Lanark es impecable: no es que defendamos el modelo público actual. De hecho, proponemos su renovación, a la que tanto se resisten los sindicatos y funcionarios que se aprovechan de él y los políticos que desean quitarse de encima la siempre molesta gestión pública, fuente de protestas sociales, huelgas y otros tantos quebraderos de cabeza para el poder.

También se trata de recalcar el carácter "ideológico" de esa noción de desarrollo que no incluye el largo plazo, que forma a las personas para adaptarlas a los bienes y los servicios en lugar de preocuparse por ofrecer bienes y servicios que se adapten a las personas; un modelo, por lo demás, que no tiene en cuenta ese conocimiento que no "produce" resultados inmediatos y medibles en términos cuantitativos, pero que aporta una gran calidad de vida, una mayor dignidad y fomenta las ganas de aprender, crear, participar.

El capitalismo se nos coló por todas partes. Se dice que es el sistema que más "cosas" puede ofrecernos; y tal vez sea cierto, pero yo añadiría que sólo nos da aquello que nos enseñó a preferir.

Una Papita dijo...

Desde hace rato quieren cerrar la UN, no tienen ganas de ofrecer educación para todos. Eso para qué, después de todo, la UN es criadero de encapuchados, guerrillos y mamertos. Para qué invertirle a la educación pública y para qué recuperar el prestigio de una universidad que es tradicionalmente considerada como la mejor de Colombia? Eso no vale la pena, más bien que sigan echando bala, que eso es lo que parece necesitarse en el país. Sigamos con la brillantez de ideas como rescatar a los secuestrados a punta de plomo, parece que eso es lo único que va a producir este país próximamente: gente hambrienta de más bala.

Después de todo, limitar el acceso a la universidad pública es la mejor forma de engrosar las filas de un ejército corrupto, asesino, ciego e imbecilizado.

No supe si eso fue puro chisme pero también estaban hablando hace ya bastante tiempo de cambiar los currículos y volver todas las carreras técnicas... Finalmente eso en qué quedó? Alguien sabe si era verdad o no?

Y estoy totalmente de acuerdo con ambos. El cortoplacismo nos devoró en el país, el pensamiento de que es más importante producir y ya, ser productores especializados, dedicarnos a sólo una cosa como nación.

Y el sindicalismo es la parte más horrible y decepcionante de la izquierda, sobre todo porque han optado por echarse a dormir en las prebendas conseguidas del gobierno. Sabrosa la vida cuando me cubren todos mis deseos y los de mi familia. El sindicalismo en Colombia anula el objetivo de justicia para los trabajadores. Ahora simplemente se trata, al igual que tantas cosas en Colombia, de sacar la mejor tajada del ponqué.

Es que como lo único que necesita el colombiano es tragar y vestirse fino e ir a los sitios de moda y gastarse un platal alimentando su arribismo. Eso para qué universidad? Con una carrerita técnica tengo para la operación de las tetas de la niña e irme a chicanear en el Parque de la 93. Con este hecho confirmamos lo del otro día, Lanark, en Colombia cualquier hijueputa es doctor.

Lo siento pero quedé injuriada con esta vaina.

vulturno dijo...

Esto es largo de discutir y comenzaré breve.
No creo para nada en el cuadro que JR se hace de la Universidad, pero tampoco en su negativo. Tampoco creo que una confabulación sobre un tema social y económico tenga alcances de resolución tan milimétrica. Ya he sufrido bastante tratando de manipular un sistema LTI, de los de libro de texto, como para creer que en algo con gente las cosas puedan ser tan predecibles.
Abogo por la estabilidad de las normas que garantizan el presupuesto y la viabilidad de la U (incluidas las demandas de inconstitucionalidad), pero no me desconecto de la realidad productiva del país. En los 90 Cusiana pagó la fiesta y ahorita estamos en el frenesí de buscarle reemplazo y no es fácil. Es más, con todo y que "counterfactual" no vale, ¿qué hubiera sido de la suerte de todas esas leyes reglamentarias y de la Constitución sin Cusiana, Cupiagua, concesión de canales privados de tv y celulares?
Defiendo con todo la necesidad de financiar mejor la investigación básica (incluida la que no pretende aplicación), pero no veo la formación técnica o tecnológica como incongruente con el desarrollo. De hecho tenemos grandes falencias al respecto y hay que cambiar ciertos hábitos absurdos que convierten el nivel educativo en fórmula de estratificación social. No soy amigo tampoco de la postura desdeñosa de ciertos personajes (muy pilos y todo y merecidos los puntos salariales que se ganan con sus papers), como los de nuevos materiales, quienes se ufanan de haberle pegado a depositar determinada película dos años antes que algún grupo de Harvard, haberlo publicado en el Phys. Rev., pero no conectarse con desarrollos ulteriores (como seguramente sí estaba amarrado desde el principio el proyecto de Harvard, posiblemente orientado al desarrollo de un dispositivo práctico).
Redactaré en varias entregas para mi blog lo que pienso de la presente situación; ya es hora. Uno de los vacíos grandes que tiene la política de esas discusiones es que todos queremos imponer un estándar y estamos hablando de una comunidad muy compleja. No alcancé el otro día a sacar mi cámara de video para grabar a un manifestante en silla de ruedas en medio de quienes gritaban una consigna que estigmatizaba al que no saltara ("uribista maricón"). Las consignas no son grandes creaciones del intelecto ni tiene que tener coherencia, de hecho sirven para calentar el diafragma, pero son parte de las conductas políticas y de las falencias discursivas con las cuales me he venido enfrentando en este paro.

Lanark dijo...

Stavrogin: Difícilmente puede decirse algo tan descriptivo y corto como eso de que el capitalismo nos da lo que nos enseñó a preferir.

Relacionado también con eso, me gusta mucho también tu énfasis en el carácter problemático de la noción de desarrollo, que como señalas, está en el núcleo de todo esto.

Espero alguna vez escribir algún post sobre la propia racionalidad y la posibilidad del progreso, para además poner en orden mis ideas al respecto. Por el momento no tendría cabeza para hacerlo, pero me gusta pensar que en algún momento dado podré hacerlo. Por lo pronto, estaré feliz de tratar tangencialmente el tema aquí, o también "al margen del campo de batalla".

Angelus: La situación es ciertamente desagradable. Por mi parte, puedo decir que me desagrada mucho la trivialización de las ideologías, esa reducción de todos los asuntos a mamertos contra fachos, o peor aún, narcos guerrillos contra narcos paracos.

Y precisamente me molesta porque las ideologías sí tienen un papel importante en esto, y no se puede salir del atolladero sin tomarlas en cuenta. Lo primero que hay que hacer, tal vez, es tratar de dejar de considerar a cada bando por sus peores representantes.

Y el problema, es que precisamente una de las razones por las que la Universidad Pública es necesaria, es porque permite (o debería permitir) una verdadera pluralidad de opiniones informadas.

Vulturno: Tengo la impresión de que conoces la protesta mucho mejor que yo, y considero con toda atención tu opinión al respecto. Y concuerdo con que algún grado de productividad económica a corto plazo es necesaria. Sin embargo, yo insisto en que es necesario que la comunidad universitaria se haga sentir a pesar del cubrimiento ridículo de nuestros medios masivos ridículos de comunicación.

Siempre me han molestado mucho las consignas, es obvio para mí que no pueden ser otra cosa que estúpidas, pero realmente no importa mucho lo que dicen. No son para reflexionar, debatir ni educar: tienen una razón de ser social casi instintiva. No puede haber cohesión de la masa sin algo así.

Ese tipo de protesta, peligroso y siempre al borde de degradarse, es sólo parte de lo que sucede: tal vez tenga como resultado animar a gente como Vulturno a participar de una manera más racional.

Lo que dices de Cusiana, y otros respiros presupuestales no-renovables que ha tenido el gobierno, es completamente cierto, pero vienen a reforzar mi punto: no se puede continuar con una estrategia depredadora de agotar recursos sin atender a los riesgos a mediano plazo. El carácter público de la educación puede considerarse como un recurso económico, cada tanto puede venderse un pedacito al sector privado para cubrir una rendijita del (ese sí) gigantesco gasto militar, por ejemplo. Y es un recurso que se perderá para siempre.

Como están las cosas, la Universidad tiene que cuidar un poco su gasto, y deshacerse de su ineficiencia atávica, pero por lo menos debe mostrarle al gobierno (sobre todo a éste gobierno) que no es un botín que se puede tomar impunemente cada vez que las cuentas anden mal.

La educación técnica es algo que hace falta, desde luego, pero desde hace años todas las reformas van hacia allá. No hay necesidad de acelerar la marcha, el aumento del énfasis en la educación técnica es un proceso que se está dando y seguirá para bien o para mal.

Carlos Méndez dijo...

No creo que esto sea una treta del sector productivo ni el resultado de una visión de que lo mas importante el derecho de propiedad. La realidad es que en las Universidades Estatales existen buscadores de rentas que se benefician de un regimen pensional financiado por los contribuyentes(solo se requiere ver el porcentaje del presupuesto nacional dedicado a pensiones).

Las universidades estatales les encanta hablar de autonomía, un concepto que implica libertad para decidir pero tambien responsabilidad. El gobierno intenta que las Universidades Estatales tengan mayor responsabilidad en el tema pensional. Pero ellas no estan interesadas en ser responsables sino en seguir con una actitud de niño consentido que solo quiere exprimir al papa gobierno pero eso sí, "que me respeten mi autonomía".

Ya el gobierno le camino tambien a los egresados de esas Universidades por lo que es de esperar que a largo plazo cada vez mas se mantengan con los recusos de sus propios egresados y no con el presupuesto nacional.

Saludos,
Carlos

Lanark dijo...

Carlos: Yo tampoco creo que el Plan Nacional de Desarrollo sea ninguna "treta del sector productivo". No tengo ni idea de a qué viene eso. ¿será que hay una confusión entre el "sector productivo" y la gente del gobierno que tiene una cierta agenda? Las "recomendaciones" del Banco Mundial, por ejemplo, no vienen del sector productivo, y menos aún del sector productivo colombiano, sino del Banco Mundial. Ni siquiera tendría sentido decir que es una "treta del sector financiero", aunque eso ya no sería taaan absurdo.

Sobre la autonomía, reconozco que ellos deberían reconocer que lo uno (la libertad) viene con lo otro (la responsabilidad), hasta cierto punto. Pero ese argumento, por sí sólo, me parece muy débil para postular la inviabilidad e inconveniencia de cualquier educación pública, que es en últimas a lo que va eso. Una universidad que se autofinancie completamente no puede cumplir los propósitos misionales de la Universidad Nacional, ni de la universidad pública en general.

Por otro lado, yo hago un esfuerzo consciente por no basar mis opiniones en la suposición de "fulano quiere esto, zutano quiere aquello". No soy mentalista, para poder hacerme a una ideología basada en la pretención de tener la verdad sobre lo que pasa en la mente de otros. También evito antropomorfizar las instituciones: el "sector productivo" no es para mi un man con casco y ropa de trabajo, el "sector financiero" no es un tipo con corbata, y la "universidad pública" no es un veinteañero mechudo con mochila. Cuando uno evita el juicio moral de vecina chismosa, les puede hacer un poco el quite a sus prejuicios y crearse opiniones racionales sobre las cosas.

vulturno dijo...

Puedo estar autoincriminándome pero le respondo a Angelus. No he argumentado contra su persona, pese a que mis afirmaciones eventualmente controviertan las suyas. Expongo mi postura sobre la formación técnica.
En Colombia se reconocen diferentes niveles educativos. El básico (de primero a noveno, gratuito y obligatorio según la constitución, también con la etapa previa), el medio (décimo y decimoprimero), técnico y técnico profesional (que no necesariamente exigen el nivel medio), tecnológico, universitario con pregrado y diferentes modalidades posgraduales. Se supone que el nivel técnico carece de cierta fundamentación académica y se centra en impartir habilidades concretas en el uso de determinadas tecnologías o procedimientos específicos. Si se trata de definir los otros niveles superiores, se supone que se añaden horas presenciales, asignaturas con conceptos básicos y avanzados, demostraciones, exámenes más difíciles y más semestres de matrículas más caras. A cambio se adquieren condiciones de don: doctor, ingeniero, maestro. Teóricamente las asignaciones salariales suben y en algunos casos se espera que el detentador de esos pergaminos aporte nuevo conocimiento y desarrolle nuevas técnicas.
En la salud, por ejemplo, una enfermera es una técnica o tecnóloga en enfermería, sin derecho a usar medias blancas como la Enfermera Jefe (con título universitario), subordinada a su vez al Doctor (médico general), pobre pendejo comparado con el especialista y todos a su vez considerados pelusa de ombligo al lado del director del hospital, aislado del riesgo biológico y conocedor de la facturación y la nómina. Esa jerarquía determina quién recoge excretas, drena forúnculos, amarra habitante de la calle para sedarlo, ausculta paciente buenona, atiende turnos más o menos pesados o es de buen o mal gusto llevar a la cama. Ascender en esas jerarquías se convierte en el paradigma de movilidad social en nuestra sociedad, al menos en el mundo del empleo.
Como jerarquía social establecida y no cuestionada, uno podría apostar a que la equidad consistiría en democratizar, o generalizar el acceso a los cargos más altos. Al eliminar de la ecuación el costo de pagos académicos de una carrera universitaria, se supone que personas de extracción más humilde tendrían garantizado ese camino. Eso es cierto hasta cierto punto. Las redes sociales que determinan quién accede a determinadas plazas y contactos valoran el talento y la exigencia académica de los programas como algunos de la Nacional, pero en cuantía ínfima.
Otra parte frágil de esa consideración es que la Nacional es en efecto una Universidad de élite. Su examen de admisión descarta mayor porcentaje de aspirantes que algunas de las Ivy Leage, la carga académica de las carreras más exigentes es incompatible con un trabajo simultáneo bien pago; de hecho hay casos – como el de Odontología - en donde resulta más barato estudiarla en una universidad privada cara como la Javeriana (donde ciertos suministros para las prácticas los entrega puntualmente la institución). Con el cambio de Constitución se estableció la educación como un servicio público (y por lo tanto prestable por particulares). De hecho la distinción público-privado, basada en el origen de los recursos, se relativizó un poco cuando la Ley estableció mecanismos para que universidades privadas accedieran a aportes nacionales como resultado de metas en calidad, cobertura y generación de cupos para estudiantes de bajos recursos (en Los Andes y la Javeriana eso es ya más del 10% de su presupuesto). En 1989, un grupo de universidades privadas de élite propuso al gobierno liquidar la Universidad Nacional y entregar su presupuesto a cuatro instituciones (Javeriana, Uniandes, Eafit y no recuerdo si Externado o Rosario), las cuales ofrecían un manejo mucho más eficiente de los recursos, sin líos de orden público además, y convertir los cupos desaparecidos en becas para estudiantes de bajos recursos. De hecho, para aquellos beneficiarios de programas como “Quiero Estudiar”, en Los Andes, o de los cupos pagos con dineros públicos en esa misma universidad; ante la posibilidad de estudiar un programa – por ejemplo – como Ingeniería Química, con menos problemas pesados de termodinámica, transferencia de calor, procesos unitarios; con menos profesores de esos de el 5.0 lo saca el autor del texto, 4.0 saco yo y ustedes máximo aspiren al 3.0; con más materias de habilidades administrativas básicas (qué minifalda usar, cuánto vale mi hora de trabajo, a qué tipo de restaurante debo invitar a determinado tipo de cliente) y la oportunidad de establecer relaciones sociales directas con gente del mundo empresarial; menos materias; posibilidad del Bachelor + Master en seis años; promedio de más de 4.0 casi por defecto; ¿preferirían el surco de dolores de la Nacional?
Yo creo que no tiene sentido insistir en que la misión social de la Universidad Nacional es dar educación superior a los más pobres. Por un lado porque los más más pobres en general no tienen acceso ni a terminar el bachillerato. Segundo porque el grueso de los estudiantes más pobres de la matrícula universitaria realmente existente está en instituciones privadas, muchas veces estudiando con plata prestada. Me los he encontrado en la Escuela Colombiana de Ingeniería, en la Inpahu, en la misma Javeriana; están en la Cooperativa, la Antonio Nariño, la San Martín, la Tecnológica de Cartagena, la Usaca, etc. El valor de la Universidad Nacional es su exigencia, su no confesionalidad, su pluralidad, el impacto de su investigación y la pertinencia de su extensión. Que al ser sus matrículas más pagables (y ojalá en un futuro su bienestar universitario de mayor cobertura y equidad), la admisión esté solamente ligada al talento académico y no a la capacidad de costearla. Pero no como el instituto preferencial para los pobres, con baños horrorosos de colegio público y pupitres que duran menos de dos años, en medio de una de las mayores densidades de microscopios electrónicos en el mundo (la última elucubración la tomo de Humberto Rodríguez, uno de esos profesores de la Nacional que le dejan a uno marcada su impronta en el software cerebral).
La discusión sobre lo técnico es más profunda. Los críticos de la reforma abortada hace dos años decían que se quería convertir las carreras en tecnologías al tener menos duración y menos materias. Es una chambonada mía, pero está a la altura de la simplificación que denuncio: Sociología, ocho semestres, veintisiete materias, nunca más de cinco materias o veinte horas presenciales semanales por semestre, bajísima realimentación de los docentes en la corrección de los trabajos escritos que ponen, bajo promedio de lectura (como resienten los profesores de Historia que les prestan servicios), promedio general de la población estudiantil sobre 4.0, bajo nivel de matemáticas y de herramientas de análisis estadístico, casi nula obligación de leer textos en idioma extranjero, mayor costo de nómina docente por número de estudiantes y cursos dictados y menor productividad académica (artículos, ponencias, libros, etc), nada de Laplace, ni Fourier, ni Marquardt, ni matriz diofantina; no es más “técnica” que Ingeniería Mecánica: cincuenta y una asignaturas, diez semestres, hasta octavo nunca menos de cinco materias (en el que menos veintiuna hora semanales presenciales), planchas, trasnocho, profesor loco (por fortuna ya jubilado) que odia el AutoCAD y manda a rehacer todo en rapidógrafo, promedio general de la población estudiantil debajo de 4.0 (la beca la gana el de Los Andes), entrega final de diseño de máquinas aplazada hasta vacaciones por súplica general por lo arrecho de las exigencias del proyecto, jurado montador en la exhibición de prototipos, materiales, termo, electrónica, fierros, hidráulica, wavelets, elementos finitos, contenidos que en el MIT dan en Maestría, … para que el medio industrial le diga al egresado que está sobre calificado, que la plaza se le puede dar a un técnico y sin chance mayor de trabajar en una ONG o en algún departamento de asistencia social de alguna unidad administrativa estatal, vendiendo empoderamientos, visibilizaciones, sensibilizaciones, o redefiniendo entelequias.
Lo tenaz, Angelus, es que no está suficientemente cubierta la demanda de cupos para formación técnica en Colombia ni están tan cualificados ni diversificados como se requiere. Aquí la proporción en número ingenieros / técnicos y tecnólogos es muy alta y así la industria no despega. Alguien me discutió que técnicos eran la mayoría de enfermeras, paramédicos y otro personal de combate en salud. Apartando esos, referido al segundo sector de la economía, tenemos ese vacío. Y ese vacío tiene mucho que ver con la disyunción entre el saber y el hacer, inherente a nuestro ideal de profesión liberal como fuente de estatus y reconocimiento social. Para convertir en tecnología una Ingeniería de la Nacional no bastaría con quitarle materias; sería necesario añadirle conocimientos que hoy no se dan. Hay Ingenieros Electrónicos de la Nacional, que en la entrevista les han preguntado cuál PLC saben manejar y se quedan callados porque ni saben qué es un PLC. El entrenamiento en programación e instalación de esos cacharros lo da el SENA y no amerita un curso de nivel universitario, en realidad es de muy poca complejidad y sin matemáticas fuertes. Pero ser ignorantes en una pendejadita técnica les costó a los doctorcitos. La gente accede a la discusión de las reformas sin zafarse de ciertos atavismos ideológicos, complejos de alcurnia, fe en el pasado (como están las cosas así tenían que ser) y vértigo ante un mundo más grande y más inestable.

shoegazer dijo...

Yo creo que la discusión respecto al nivel tecnológico o universitario corresponde a la última vez que el "movimiento" asomó la cabeza, o sea en Noviembre de 2005 con las protestas contra la reforma académico-administrativa. Y la discusión no pretendía demeritar la formación técnica o tecnológica, sino aclarar que hay otras instancias para ella, y que no vale la pena sacrificar lo que tiene la UN en tanto Universidad. El SENA también necesita presupuesto (sobre todo si el gobierno pretende hacerlo responsable de sus proyectos de emprendimiento y solucionar sus cifras de desempleo haciendo figurar como empleados a los estudiantes del SENA). Hubo mucha exageración en las discusiones sobre la reforma, y en la mayoría de las carreras finalmente no pasó casi nada. Ayer aprobaron la reforma de Ingeniería, y me gustaría que Vulturno nos cuente qué incluye.

Yo soy de la opinión de que la calidad pedagógica de los profesores de la UN suele ser precaria, aunque mi apreciación puede deberse a haber estudiado una carrera particularmente desafortunada en ese aspecto. Creo que los métodos de enseñanza son mediocres y los contenidos suelen ser redundantes. Pero esto no se resuelve recortando carreras, sino estableciendo mejores métodos de reclutamiento y evaluación docente (entre otras cosas, sería muy importante que la universidad recupere la costumbre de apoyar a los profesores para que hagan doctorados y se mantengan en contacto con la academia internacional, en congresos, cursos de actualización, etc.).

Lo que quiero decir con todo esto es que el camino que debería seguir la UN es ser cada día más Universidad - no menos. Afianzar una cultura académica, unos modales académicos. Tampoco considero que deba ser una universidad "para pobres", sino una universidad para el país; el problema del acceso es imposible de resolver para la universidad, ya que involucra una educación básica deficiente y una cantidad de factores socioeconómicos que tienen otras causas. El examen de admisión no es la causa de la exclusión.

Con lo que está pasando en este momento, lo que se está "defendiendo" no son los programas, sino la universidad pública en general. Yo he leído las leyes y los distintos argumentos de lado y lado, y siento que no tengo la competencia necesaria para otorgarle la razón a uno de los dos bandos. De los intereses del actual gobierno mafioso desconfío por principio, pero del otro lado también hay todo tipo de intereses sobre los cuales tengo una posición más ambigua. Las reivindicaciones sindicales, por ejemplo. Claro, hay mucho ventajoso, mucho politiquero, mucho corrupto. Pero no me parece que eso permita descalificar el sindicalismo en pleno. Las luchas sindicales han logrado históricamente muchas conquistas para los trabajadores, que ahora nos parecen naturales, como la idea de que uno se pueda jubilar algún día o que trabaje ocho horas. Y a mí me sorprende mucho que la gente que trabaja 12, 14 horas, sin vacaciones pagas, y sin esperanzas de jubilarse porque el fondo de pensiones está apostando su plata en el mercado financiero, que esa gente, digo, despotrique contra quienes reciben esos beneficios (derechos). ¿Por qué no más bien reclaman que esos beneficios sean para todo mundo? ¿Que se deje de fomentar la precariedad laboral y la privatización de la seguridad social? ¿Será pura envidia de la mala?

Dicho esto, también quería hablar de algo que está presente en la formación en la UN y que se ve amenazada por algunas de las reformas propuestas hace dos años, así como por las presiones hacia el aumento de cobertura sin aumento de presupuesto: Es la interdisciplinariedad. Me parece muy importante que uno pueda tomar materias de otras carreras y facultades sin tener que pagar extra por cada crédito. Para poder hacer eso también es necesario que los cursos no estén abarrotados de gente. La posibilidad de abrir la mirada hacia distintos intereses es un privilegio de la formación universitaria, que difícilmente se encuentra en la formación técnica. Eso implica que uno en la UN aprende mucho más que lo que está en el pénsum, y eso es bueno, no malo. La posibilidad de cualificar los intereses espontáneos que uno tiene es un gran estímulo para la creatividad intelectual, y por tanto para la producción de conocimiento. Además, es un aporte para la calidad de vida. ¿Por qué a la gente le parece tan terrible que a los estudiantes de la UN les guste ser estudiantes y estar en la Universidad? Yo pensaría que, para redondear el argumento (si es que esto puede llamarse así), y volver sobre algo que menciona Lanark, esto tiene mucho que ver con la dimensión ideológica de la política tecnocrática. La "competitividad", de repente, se volvió un fin, de hecho parece ser EL objetivo de las políticas macro- y microeconómicas, educativas y sociales. Del mismo modo en que se presenta un crecimiento del PIB como evidencia de progreso, mientras para cualquiera es evidente que la miseria sigue ahí. Nadie se pregunta para qué, por qué hay que ser competitivos, ni qué beneficios tangibles nos va a traer eso.

Yo, por mi parte, preferiría dejar de competir. Que me disculpen, pero ya no soy un espermatozoide como para andar en esas.

shoegazer dijo...

Se me olvidaba decir: también me fastidia la cosigna de "el que no salte es uribista maricón", pero por homofóbica. Deberían inventar una versión más políticamente correcta, porque como cántico futbolero este en particular es muy efectivo para calentarse en aguaceros con granizada como el de hoy.

Una Papita dijo...

Buenas, buenas! Vengo aquí a aclarar un punto únicamente.

La injuria, esa palabra existe, pero la estoy usando aquí para explicar que estoy muy molesta, pero por diversas situaciones, que no tienen que ver con la discusión que se tiene aquí. Lo digo porque el modo en que la estoy usando no es el correcto, pero ya me la apropié.

Me da piedra lo que le está pasando a la Universidad, pero no que me critiquen. Hoy releí mi entrada y vi que eso efectivamente no estaba claro en ella y que, muy natural, daba pie a confusiones, por lo cual puse una nota aclaratoria.

Vulturno, la piedra no es contigo ni mucho menos, tus comentarios son bienvenidos porque definitivamente estás mucho más enterado de la situación que yo.

Un saludo bien grande.

Lanark dijo...

Vulturno: Creo que los que están alborotados contra la academia confunden los rasgos que son inherentes a ella, con rasgos accidentales que muchas veces son incompatibles con los anteriores. Por ejemplo, esas ideas de la alcurnia, de reflejar una jerarquía social en la division práctica del conocimiento. La academis debería, por el contrario, ensayar todas las desviaciones posibles de esa mentalidad.

La academia debe, desde luego, reflejar la sociedad hasta cierto punto, pero debería estar precisamente menos comprometida que el resto con el statu quo para poder ser la conciencia crítica y el generador de conocimiento riguroso y no comprometido que la sociedad requiere. Sería en gran medida inútil y estéril una academia completamente subordinada a los intereses inmediatos de un oligopolio (como ocurriría en parte si se le deja al parásito sector financiero toda la potestad sobre el crédito educativo)

Shoegazer: El discurso contra la universidad pública, si uno lo examina, le da bastante duro a lo que ha hecho esta administración y la anterior, incluso mucho más que a lo que hayan hecho rectores como Antanas, Palacios o Wasserman. Moncayo sí merece todo el palo que quieran darle.

Por otro lado, tu referencia a la experiencia de estudiar en lo que yo llamo "una universidad de verdad", con un universo cultural realmente vivo y completo, es importantísima para los que la vivimos, y es importantísimo para el país que haya mucha gente que la viva. Las universidades privadas, unas más que otras, son más como un colegio, en el cual uno permanece sólo el tiempo estrictamente necesario, y las posibilidades de desarrollar actividades extraacadémicas existen, pero son escasas en la práctica, por más que la publicidad muestre una oferta cultural bastante buena.

Angelus: Tu reacción ante lo que pasa es razonable y comprensible. Y en ningún momento me parece que se haya salido del buen tono.

En todo caso, gracias por opinar acá.

COMPREN, COMPREN