viernes, marzo 07, 2008
LA MANO INVISIBLE TAMBIÉN ES TERRORISTA
Imagen: Osama Bin Laden, reencarnación de José Stalin, padrino de bautismo de Hugo Chávez y Rafael Correa, así como creador de todos los protocolos Peer-to-Peer. No digo de dónde la saqué, porque yo también soy de Al-Qaeda.
Nos creen idiotas, también. Cuánto jorobar con la economía de mercado, y el libre comercio, y todo ese credo que nos va a llevar por fin al desarrollo, y a ser como esos latinos de los guettos en Estados Unidos con zapatos fosforescentes y llenos de bombillos. Para que a la hora de la verdad, con el cuentico de la amenaza terrorista, pretendan dejarnos sin el pecado y sin el género: es decir, sin los derechos que nos quitan para que pueda florecer el libre comercio, y sin los derechos que tendrían que darnos para que, aunque sea, comerciemos libremente.
Toda esta introducción quejumbrosa, para referirme sólo a uno de los miles de casos en los que el "nuevo orden mundial" se quita su máscara liberal y se muestra como el mismo Torquemada de toda la vida.
Todos hemos oído sobre la gran revolución que ha implicado la red mundial, y el comercio golobalizado, y el hecho de qut todos (es decir nosotros los ricos) podamos accder a una cantidad inconmensurable de información, aunque eso sólo se note en que dejamos de usar la q. Y cada vez me entero más de que todo eso ha ocurrido más a pesar de nuestro maravilloso capitalismo unipolar, que gracias a él. Por esta vez, no me refiero a los intenteos desesperados de Bill Gates de evitar que Internet llegue a ser lo que es, ni a las décadas que ha frenado el desarrollo de la informática el juego suicio de los monopolios patrocinados por los gobiernos.
La historia que me ocupa hoy es la historia del PGP (Pretty Good Protocol) un protocolo criptográfico desarrollado por Phill Zimmermann que se ha convertido en el estándar de seguridad en la red. Resulta que ese protocolo, que permite la casi totalidad de transacciones seguras a través de la red, estuvo a punto de llevar a Zimmermann a la cárcel.
Zimmerman se inventó "BassOmatic", su primer protocolo criptográfico en 1991, que consistía en el uso de una sola una clave con la que se encriptaba y desencriptaba cada mensaje. La clave determina una tabla de sustitución de caracteres, unas permutaciones, que se llevan a cabo junto con un barajado (le llaman difusión) que no depende de la clave. Con la clave, entonces, uno podía deducir el mensaje original, pero sin la clave, uno sólo obtenía un montón de caracteres sin sentido donde no se podía ni distinguir palabras.
Zimmerman publicó sus resultados y puso el código para utilizarlos a disposición del que quisiera, como código abierto, y el gobierno de Estados Unidos lo empapeló porque estaba exportando municiones sin licencia. ¡municiones! Que los usuarios de la red encriptaran su correo era una amenaza a la seguridad nacional de los gloriosos (pero aparentemente muy frágiles) Estados Unidos de América. No se si el libro donde publicó el código, que valía 60 dólares, se vendió lo suficiente para pagarle los abogados que tuvo que conseguirse para enfrentar el juicio penal que se ganó. Como por suerte Zimmermannn no era un patriota estúpido como todos esos que se ilusionan con echar su bienestar y el bienestar ajeno a la caneca por la Guerra contra el Terrorismo, siguió trabajando en su esquema criptográfico, que pronto incluyó una clave pública (para encriptar) y una clave privada (para decriptar) que permite la mayoría de las transacciones seguras de la internet hoy en día: el PGP (Pretty Good Protocol)
Mientras el gobierno gringo perseguía a Zimmerman, los bancos gringos pudieron por fin establecer por fin conexiones digitales seguras con bancos de otros países, y el comercio en línea comenzó a ser un renglón importante en la economía del país de JackAss.
El juicio contra Zimmermann duró 3 años, durante los cuales su compañía tuvo los problemas económicos apenas naturales en esa situación, y finalmente tuvo que perder la independencia, siendo adquirida por una sucesión de compañías cada vez mas grandes. Sin embargo, el código abierto que él dejó siguió siendo más utilizado que cualquiera desarrrollado bajo una égida privada.
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