sábado, agosto 25, 2007

LEO CON MIS OJOS

Imagen: La lectora, pintura de un tal Fragonard. Tomada de Garden of Praise

No hay caso, los libros también nos dicen lo que queremos oír. No hay otra manera. No conozco la aristocracia decadente francesa, pero Proust me habla de la gente que conozco. No vivo en la sociedad monstruosa e impersonal norteamericana, pero Palahniuk me habla de las neurosis y búsquedas de redención de la gente que vive a mi alrededor. Y Torrente Ballester también convoca arquetipos universales para que se sienten en mi prosaica habitación, encarnados en personajes armados con los rasgos que tengo en mi memoria.

Por eso, no me importa ser demasiado benigno con un autor. En este momento, estoy leyendo a Jodorowsky, y realmente me ha llegado con muchos roces y con muchos peros; presumiblemente por malentendidos verbales. Él no es un escritor, es un hombre de acción. No creo que se obtenga lo mejor de él leyéndolo. Pero yo le doy una oportunidad de aparecerse en mi mundo insignificante, y lo cito con una frase que, para mí, es gigantesca:

No quiero que me ames
Quiero que ames
Los incendios no tienen dueño

Yo creo que el blog aguanta una frase (aparentemente) cursi al año...

COMPREN, COMPREN