viernes, julio 22, 2011

MI VERANO GRIS EN ABERDEEN


Imagen: El puerto de Aberdeen, con el centro al fondo.  Tomada de Undiscovered Scotland

Este pobre blog abandonado, carambas.   Me reclama que ahora incluso llevo casi dos meses en una ciudad nueva, y no he escrito nada.  Que soy un maldito hipster, que porque ya no están de moda los blogs tengo a mi puñado de lectores abandonados.   Si hasta he actualizado más mi blog en inglés.    Pienso resarcirme con una entrada más bien ligera sobre Aberdeen, la ciudad donde he estado viviendo.

Le dicen a Aberdeen "la ciudad del granito" porque la mayor parte de las fachadas en el centro (y de hecho de casi toda la ciudad) están hechas de una piedra ígnea dura, gris con cristalitos que brillan con el sol; sí, exactamente, de granito.    Es una piedra gris que se mezcla bien con los edificios nuevos de concreto.   Dicen que es un poco deprimente vivir en una ciudad gris; aunque con su clima más seco que Glasgow, y, en lo que me ha tocado, más cálido, no me ha parecido particularmente deprimente.    Es, eso sí, una ciudad que se debate bajo las peores influencias del capitalismo post-industrial, con desarrollos lobos que su comunidad resiente y resiste, pero avanzan empujados por millonarias fortunas, como los planes para cambiar uno de sus parques más acogedores por un centro comercial.   O como el campo de golf monstruoso que Donald Trump, una de las personas más detestables del planeta, quiere construir por acá cerca, para añadir a su lista de estafas desastrosas.

Aberdeen es la puerta a las islas de Shetland y Orkney, al igual que a las plataformas de explotación de petróleo en el mar del norte, lo cual, en general, la hace una ciudad cara y loba.   Al menos, al Aberdeen moderno.    Pero también tiene una universidad vieja y respetada (en la foto, una de las entradas ornamentadas de manera más medieval en la Universidad de Aberdeen), al igual que otras menos viejas pero bastante dinámicas.  Valga la cuña a la universidad Robert Gordon, que a pesar de haber hecho cosas vergonzosas como darle un doctorado honoris causa a Donald Trump, también tiene una vocación de investigación científica notable.

Vivir en una ciudad nueva es una sensación deliciosa.  Buscar alojamiento, claro, es una actividad un poco angustiante y frustrante, pero si se hace en persona, se llega a conocer más de la ciudad.  Por un malentendido, por ejemplo, fui a dar un campus remoto (Gartdee) de la universidad Robert Gordon que no hubiera conocido de otro modo, y valió la pena, aunque no arrendara nada en esas lejanías.  En la foto, un espacio social donde me senté a descansar después de una hora y media de caminar.   Eso era antes de que me hubieran traído mi bicicleta de Glasgow.   Casi toda ciudad mejora mucho con una bicicleta.

El título de la entrada parecería sugerir que ha sido un verano deprimente, y realmente no.  El clima ha ayudado; ha habido incluso días soleados en que las playas (Aberdeen tiene buenas playas) se llenan de gente, aunque yo no me he atrevido a meterme al frío mar del norte aún.  Pero sí me parece deliciosa mi ruta de trotar que pasa por la playa.    Además, en Aberdeen hay buenos cines, buenas librerías, buenos bares y buenos teatros (no he ido a los últimos, confieso).    Cines: el cinema Belmont, clásico cinema indie para cuando uno se aburra de la basura hollywoodense,  el cine vue, para estudiantes vaciados (increíblemente barato para una ciudad tan cara).   Bares: el Drummonds, donde por puro chiripazo acabé en un concierto de ska donde bailé más de lo que me creí capaz, así no sea un gran fanático del ska (el grupo se llama Bombskare), también The Tunnels, donde oímos a los maravillosos Balkanarama.   En Belmont street hay también un pub gótico (tirando a metacho) donde me encontré una música noventera que fue una grata sorpresa: Slain's Castle.   En fin, andando por ahí, uno halla alguna cosa qué hacer.  Y dónde rumbear.   También vale la pena probar los hipercalóricos butteries, especialidad panadera de la ciudad, en diversas panaderías tradicionales.

Sí es un verano gris, emotivamente hablando, por otra cosa.   Este verano dejé de ser estudiante.   Lo he remediado temporalmente con un trabajo por unos meses, pero el resto de mi vida se balancea sobre mí como una espada de Damocles.  Sonará grecocaldense, pero así es.  Y eso fastidia.   No paran de preguntarme mis planes para el futuro.   Y los tengo, pero cada vez que los cuento me suenan más insustanciales.    Pero me gusta este limbo de dos meses que es Aberdeen.   Vivo en el campus de la Universidad de Aberdeen, que en época de vacaciones es hermoso, como todo campus deshabitado, aunque un poco más.    El edificio donde vivo me hace sentir en los años 70.   Y la universidad es marcadamente medieval.  No me quejo.

3 comentarios:

ChineseInkyMonkey dijo...

Definitivamente, eres mas optimista que yo
Fuiste a Slaind Castle, el de verdad o es un pub? En el de verdad dicen que Bram Stoker se aburria tanto en sus fiestas que decidio entonces escribir Dracula.Si no has ido organizamos algo. En mi FB hay algunas fotos.

Lanark dijo...

Monkey: Es un pub, realmente; los fanáticos de Stoker dirán que es una verdadera blasfemia, porque la decoración es tan exagerada que es chistoso, y pues la música, al menos cuando yo fui, no era muy gótica que digamos. Al castillo no he ido, aunque también es por acá. Gracias por la referencia y las fotos, a ver si me animo alguna vez.

Anónimo dijo...

Excelente blog, los invito a ti y a tus lectores que se tomen una Sprite y miren su nuevo graffiti en verdad lo recomiendo. http://bit.ly/SGraffitiCentroMayor

COMPREN, COMPREN